Internacional A Sina Martin, quinta generaciĆ³n de una familia de fabricantes de osos de peluche, le encanta vivir en Sonneberg, una pequeƱa ...
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A Sina Martin, quinta generaciĆ³n de una familia de fabricantes de osos de peluche, le encanta vivir en Sonneberg, una pequeƱa ciudad alemana en el sur de Turingia conocida sobre todo por su tradiciĆ³n juguetera. A sus 34 aƱos podrĆa haberse marchado a una gran urbe, pero decidiĆ³ quedarse y continuar con el negocio centenario. Hace un siglo muchas casas en Sonneberg tenĆan un anexo en el que se confeccionaban juguetes; hoy su taller es de los pocos que han sobrevivido a la globalizaciĆ³n. “Siempre he estado muy orgullosa de mi ciudad”, asegura una entusiasta Martin en la trastienda del negocio, que es tambiĆ©n un pequeƱo museo que exhibe, entre otras cosas, el oso de peluche mĆ”s grande del mundo. “Pero ahora me preocupa lo que pueda pasar aquĆ”, lamenta.
De la noche a la maƱana, Sonneberg ha pasado de ser un lugar casi desconocido a ocupar portadas y minutos de informativos, en Alemania y en el extranjero. En un paĆs que aplica un estricto cordĆ³n sanitario a la ultraderecha, con las atrocidades de la II Guerra Mundial todavĆa muy presentes en la memoria colectiva, la victoria de Alternativa para Alemania (AfD) en las elecciones al distrito de Sonneberg (57.000 habitantes), el pasado 25 de junio, ha provocado un terremoto polĆtico que reverbera en todo el paĆs, y especialmente en la capital. Por primera vez, un polĆtico de la formaciĆ³n ultraderechista, el abogado de 50 aƱos Robert Sesselmann, va a ser administrador de una comarca (landkreis), la mĆ”s pequeƱa del este alemĆ”n.
“No queremos ser conocidos como el distrito de los nazis”, subraya Martin, que relata cĆ³mo algunas empresas locales han empezado a notar el boicoteo al que algunos estĆ”n llamando en redes sociales. Un par de hoteles de la zona han sufrido las primeras cancelaciones, informa la prensa local. Ella ya ha recibido un par de correos electrĆ³nicos desagradables, y pide que no se hagan generalizaciones. “No somos asĆ, o al menos mi entorno no es asĆ. No conozco a nadie que haya votado a AfD. QuizĆ” vivo en una burbuja, pero he sido la primera sorprendida por los resultados de las elecciones”, seƱala.
Sesselmann obtuvo en segunda vuelta el 53% de los votos, frente al candidato de la formaciĆ³n democristiana CDU, al que habĆan apoyado todos los demĆ”s partidos, incluida la poscomunista Die Linke. El frente comĆŗn no pudo contener la ola de AfD, que es la formaciĆ³n con mayor intenciĆ³n de voto en varios Estados federados de la antigua Alemania Oriental, incluida Turingia. Su tirĆ³n en el este explica que, a escala nacional, estĆ© ahora mismo segunda en las encuestas, con entre el 18 y el 20% de intenciĆ³n de voto, solo por detrĆ”s de la CDU y superando ligeramente a los socialdemĆ³cratas.
Martin no conoce a Sesselmann, pese a que como ella naciĆ³ en la ciudad. Tampoco le ha tratado Roland Koch, de 79 aƱos, veterano polĆtico local de Die Linke que atribuye el Ć©xito de AfD a la decepciĆ³n con la clase polĆtica y a las “continuas peleas” entre los tres partidos que forman la coaliciĆ³n de gobierno que lidera el socialdemĆ³crata Olaf Scholz con liberales y verdes. Para Koch, la pandemia, primero, y la guerra en Ucrania, despuĆ©s, han provocado una sensaciĆ³n de desprotecciĆ³n en la ciudadanĆa, que reacciona usando el voto como protesta, explica en la sede del partido.
Sesselmann evita a los medios de comunicaciĆ³n. Su oficina rechaza las solicitudes y no ha concedido entrevistas. Su campaƱa electoral se centrĆ³ en cualquier cosa menos la administraciĆ³n local de la que va a ocuparse. “Abolir el euro”, “cerrar las fronteras”, “proteger a las mujeres del islam”, “contra las sanciones, a favor del gas barato de Rusia” son algunas de las consignas que pueden leerse en los carteles electores que este pasado jueves aĆŗn colgaban de los postes en las calles de Sonneberg. Un reportero de Deutschlandfunk (radio pĆŗblica) hablĆ³ brevemente con Ć©l y se negĆ³ a contestar preguntas sobre el fascismo o sobre Bjƶrn Hƶcke, el controvertido presidente de AfD en Turingia. Hƶcke estĆ” clasificado como extremista de derechas, igual que el partido en conjunto en este Estado, lo que permite a la Oficina para la ProtecciĆ³n de la ConstituciĆ³n, la agencia de inteligencia alemana, tenerles bajo vigilancia. A escala nacional, AfD estĆ” considerada “sospechosa” de radicalismo.
Era cuestiĆ³n de tiempo que el Ć©xito en los sondeos de AfD se tradujera en una victoria electoral, advierten expertos como Marcel Lewandowsky, de la Universidad de Duisburgo-Essen. Estuvo a punto de suceder en el distrito de Oder-Spree, en Brandeburgo, donde la formaciĆ³n fue derrotada por un estrecho margen, en segunda vuelta y solo despuĆ©s de que el resto de formaciones se unieran para apoyar al candidato socialdemĆ³crata (SPD). “Desde la llamada crisis de los refugiados en 2015, AfD se ha asentado en el sistema de partidos alemĆ”n, tanto a nivel federal como estatal, y tiene mucha representaciĆ³n en municipios y regiones”, recuerda este especialista en populismo de derechas.
Lewandowsky recomienda “no sobreestimar el efecto de las polĆticas del Gobierno” en el voto de protesta del que tanto se habla estos dĆas. “SĆ, hay descontento con la coaliciĆ³n, pero el apoyo a AfD se debe sobre todo a la congruencia con las reivindicaciones polĆticas del partido”, explica a EL PAĆS. Es decir, en muchos casos es un voto por convicciĆ³n con los postulados de AfD. Estudios recientes demuestran que hay mucha mayor aceptaciĆ³n de actitudes de derecha radical y autoritarias en el este ―donde dos tercios de sus habitantes se muestran insatisfechos con la democracia― que en el oeste del paĆs.
“Hay miedo e incertidumbre”, constata Sahin Ali, propietario del restaurante turco Ali Baba. “La gente no sabe si vamos a ir a mejor o a peor. HabrĆ” que esperar”, dice este hombre que emigrĆ³ en 1980 a Alemania. Ćl no estĆ” especialmente preocupado. Asegura que nunca se ha sentido vĆctima del racismo y dice comprender a quienes creen que hay demasiados refugiados: “A los alemanes les preocupa lo que les va a costar”, seƱala mientras prepara dos enormes ensaladas para llevar a una pareja de mediana edad.
El golpe simbĆ³lico que ha asestado AfD en esta comarca de Turingia puede ser solo el principio de la progresiva entrada del partido ultraderechista en las administraciones. El aƱo que viene se celebran elecciones regionales en Turingia, Brandeburgo y Sajonia. El Ć©xito de AfD pone en aprietos especialmente a los conservadores de la CDU, que por ahora se mantienen firmes en su rechazo a cualquier colaboraciĆ³n.
Fuente: El PaĆs